Tolerancia a la frustración  y cómo gestionarla (I).

19.04.2020

¿Qué es la frustración? 

La frustración es aquella emoción que sentimos cuando no conseguimos algo que nos hemos propuesto, es decir, no satisfacemos un deseo que tenemos, por lo que no obtenemos la recompensa que habíamos imaginado.

¿Quién no se ha sentido frustrado alguna vez?

La frustración es una emoción muy presente en nuestro día a día, y que experimentamos personas de todas las edades. Es algo muy habitual el crear una expectativa sobre lo que vamos a conseguir, intentarlo y finalmente no verlo realizado. Como hemos comentado, es una emoción muy común, y presente a lo largo de toda la vida, por lo que debemos asumir lo inevitable de que se muestre de vez en cuando, procurando, como con cualquier otra emoción, partir de una aceptación de la misma para luego gestionar las consecuencias que nos va a producir.


Habitualmente, la frustración viene acompañada ira y rabia, ansiedad, tristeza o una mezcla de todas. Es necesario pues, aprender a gestionar la discrepancia entre nuestra expectativa y la realidad con la que nos hemos dado, así como las emociones que esto nos produce.  

La  frustración en niños y niñas

Vamos a centrarnos ahora en cómo se manifiesta la frustración en los/as niños y niñas. Todo sentimiento o emoción viene acompañado de una manifestación conductual, así como una manifestación cognitiva. Todas ellas, en estrecha relación, pues lo que siento, pienso y lo que hago está estrechamente relacionado y debe tenerse en cuenta para aprender a gestionar la frustración en todas sus áreas. Debemos atender a cada una de ellas.

En los niños más pequeños, la forma más habitual de expresión de la frustración son las rabietas, pataletas y demás. Debemos tener en cuenta que a esta edad, los niños todavía no son capaces de convertir en palabras aquello que están sintiendo, pues a nivel cognitivo todavía no tienen un manejo del lenguaje adecuado. Esto todavía es más notable en aquellos niños que presentan dificultades o trastornos del lenguaje, TDAH, TEA o se encuentran dentro del grupo "retraso madurativo/ necesidades educativas especiales". En estos niños, la forma de expresar su frustración puede continuar siendo inadecuada conforme van creciendo, persistiendo estas rabietas y pataletas o bien evolucionando hacia actitudes más violentas, que pueden incluir gritos, insultos, golpear objetos o personas. Cuando esto sucede, nos encontramos ante lo que se denomina baja tolerancia a la frustración.

 Baja tolerancia a la frustración.

Los niños con baja tolerancia a la frustración reaccionan de una forma inadecuada cuando se les presenta una situación que no pueden solventar. No son capaces de lidiar con el enfado, tristeza o ansiedad que esto les produce (lo que siento), pudiendo tener también pensamientos negativos como "no soy capaz de hacerlo" (lo que pienso) y comportándose de forma incorrecta, con gritos, lloros y demás (lo que hago).

Además, la baja tolerancia a la frustración se relaciona con niños y niñas que les cuesta esforzarse, son impacientes, poco perseverantes, se rinden fácilmente y no suelen luchar contra las dificultades.   


Beatriz Blanco

Psicóloga